Gracias, gracias, gracias. Gracias por leerme, gracias por
haber dado click para leer este blog. Generalmente las gracias las damos al
final de algo, al final del día, de un favor recibido, de recibir un artículo
tras una compra, de obtener algo que deseábamos (o incluso no deseábamos). Uno
de los poderes más grande que tiene el ser humano es la cualidad de ser
agradecidos y sin embargo la pasamos muy seguido por alto. Pero también la
usamos sin ton ni son, como una mera cortesía o demostración de educación, pero
sin sentirla realmente.
La palabra “gracias” viene del latín gratia (agradable o
agradecido). Es una palabra muy sencilla pero con mucho poder (y este poder es para ti)
. Creo que
erróneamente nos hemos acostumbrado a dar gracias por lo bueno y no por lo
“malo” que sucede, pero yo creo que aún en la circunstancias adversas de la
vida podríamos sacar la varita mágica del “gracias” y honrar los
acontecimientos, porque queramos o no, toda situación desagradable trae consigo
una enseñanza, y el reto de descubrir el aprendizaje es tuyo. Ahí mismo en el
dolor, en la impaciencia o en la frustración de anhelos o metas trucadas
siempre habrá una enseñanza oculta y sólo tú puedes ser capaz de aprender de
ello, nadie más lo hará por ti, y agradecer por la lección.
A muchos desde niños nos enseñaron a ser agradecidos, pero
solo como un mero trámite, como una palabra más de nuestro vocabulario que a
fuerza de ser usada aprendimos a decirla en las situaciones en que es correcto
decir un gracias. A mí me gusta decirla
con una fuerte intención de valorar lo que otros hacen o por mi,
agradeciéndoles de verdad su ayuda.
Si te fijas, no hace falta ahondar demasiado para darte
cuenta de la infinidad de cosas que tienes qué agradecer, tienes agua que sale
del grifo y no tienes que recorrer kilómetros para buscarla (como sí lo hace
mucha gente menos favorecida), tienes una cama donde dormir, tienes tu
capacidad mental lista para ser explotada a tu favor (y para ayudar a otros),
tienes comida, amigos, una mascota, tienes ojos, cabello (a menos que por
genética te estés quedando calvo, pero eso quiere decir que también tuviste
papás y abuelos que te lo heredaron y tener familia es bendición), puedes
caminar, respirar, tienes la capacidad de crear (un negocio, una canción, un
libro), puedes aprender algo nuevo cada día o semana, estoy seguro que tienes
eso y mucho más.
Entonces ¿por qué mirar solo lo “malo” y no lo bueno que hay
en tu vida? ¿por qué no vivir con la palabra gracias en la boca y en la mente?
Las grandes corrientes espirituales pregonan el poder del agradecimiento, y si
ya sabemos que es algo poderoso ¿por qué no ser agradecido hasta en las más
pequeñas cosas?
Quéjate menos y agradece más y verás cómo empezarás a ver
cada día, más y más, buenos motivos para dar las gracias. Yo hoy te agradezco
los 5 minutos que te tomaste para leer mi blog, me diste tu tiempo y eso lo
valoro y te tengo gratitud.
¿A quién vas a agradecerle hoy? ¿De qué estás agradecido
hoy? Yo lo estoy de muchas cosas, y especialmente en este momento de todo aquel
par de ojos que me dio su tiempo para leerme.
QDTC
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